
Mientras en la Isla esperaban el paso de una tormenta con
nombre asociativo y de acciones espeluznantes, nosotros ya sentíamos los truenos
que precedieron a la nuestra. Vigilance orange. No podría ser de otro color? No
digo azul ni rojo, porque con el término del conteo, ya pasaron de moda. No es
un episodio cevenol, es una tempestad con fuertes lluvias que harán crecer los
ríos Cèze, Gardon, el Vidourle y el Vistre. Vigilance Jaune. Pero los
relámpagos no son ni naranja ni amarillos, son de un negro fusia verdoláceo que
iluminan la desnudez de los árboles. Los truenos secos sacuden el cielo y los
gatos maúllan escondidos debajo de los muebles. Ráfagas de viento, ventolera y
lluvia a partir de medianoche. No la lluvia anunciada, una lluvia majadera que
golpeaba por el sur los cristales de la ventana. Abrir y refugiar a la lluvia?
Varios relámpagos llegados con retraso y la sirena de un camión de bomberos
atravesó el pueblo en dirección de Truel. La constancia de la lluvia cayendo
sobre el alféizar de la ventana tuvo más efecto que un somnífero. Al amanecer,
la lluvia amainó, y por curiosidad salí al patio para ver los efectos de la
inundación. Cero patio inundado. La humedad me acarició tiernamente, a mí que
conozco de vidas húmedas impresas sobre papel. Me sentí observado por una
ardilla hambrienta, subí por nueces y ella se lo imaginó, porque me esperó con
los brazos abiertos. Un café fuerte para alejar la frialdad de mis pies
desnudos. Fui vaciando la cafetera mientras trabajé en el escritorio, cosa que
haría hasta que comencé a sentir el extraño olor proveniente de la cocina.
Pieds paquets comme la recette de Odette. Tripas, puré de tomate, vino blanco
de Cassis, licor de cognac, tomillo, pimienta negra y sal. Para acompañar les
pieds paquets, papas hervidas, y un vino tinto, insólito como el nombre del
rojo Côte du Rhône. Compote de pommes fait maison, con vainilla de Madagascar.
Una larga sobremesa con el consabido final de la novela americana, una dosis
pequeña de coronavirus y como es habitual, el recurrente tema de la cocina
francesa. Bajo al escritorio con una copilla de Armagnac en la mano. Como un
escudo para evitar una siesta dominguera. Me echo en el canapé de la biblioteca
para avanzar en la lectura de Semillas secas. Se me cierran los ojos, se me
cierran, y no consigo despertar hasta una hora antes de la caída de la tarde.
La siesta me envalentona y escribo. Escribo, respondo y escribo. La magia de la
internet. Leo los periódicos virtuales y leo las burradas que salen de la boca
de mis coterráneos emigrados a Alaska. Debe ser el aire frío de la sorpresa que
los empuja a toser públicamente lo que debería ser un affaire privado. Bouillon
d’herbes. Cena? Comento después de la “cena” la fractura cerebral de Melenchón.
Declara su candidatura a la elección presidencial de 2022. Este de aquí también
da risa, dice que su intención es ayudar a desconfinar los espíritus. Vaya,
vaya, no sabía de sus virtudes como medium. Otro domingo confinado, aunque poco
menos, por la compañía virtual de viejos amigos. ©cAc-2020
