mercredi 4 novembre 2020

El rojo y el azul. Versión americana de la novela de Stendhal.

El rojo y el azul. Versión americana de la novela de Stendhal.

Amanece siendo el día de Saint-Charles. No sé si tiene algo que ver conmigo. A lo mejor en Paris hubiera entrado en su iglesia que se alza en la rue Legendre, a esa altura, un poco la frontera entre Villiers y Ternes. Pero es Saint-Charles en Roquemaure, amenazado por la vuelta del mistral, que envalentonado anoche, partió una rama mediana del abedul del patio. La rajó, la hizo llorar toda la noche, y la dejó caer cuando comenzaba a clarear. En lugar de las habituales ocho o diez tazas mañaneras, me he limitado a una taza matinal para espabilarme, y una segunda mientras abordamos el sujeto de actualidad : la elección americana. Poco hay que agregar, France Culture lo ha dicho todo. Yo no digo nada. Escucho, analizo, discerno en el poco espacio que le doy al cerebro para pensar, ni en uno, ni en el otro, justo en esos espacios enormes de los Estados Unidos, que me han subyugado con fuerza. Tocan las campanas de la iglesia colegial, no tocan por Saint-Charles, es el mediodía rajante, sin pizca de sol, y la gentileza del mistral de haber dejado de soplar intensamente. Vuelve la sirena de los miércoles. Udon et chou chinois avec sauté de lards, fenouil et sauce soja coréen para un almuerzo con postre político. Soñoliento recosté mi cabeza en el butacón del comedor y la información acabó por dormirme. Tres estados en el colimateur de la elección presidencial : Michigan, Wisconsin y Pennsylvania. Cerrados los ojos, volví a atravesar Filadelfia al final de una tarde de octubre, la luz del otoño entrando en el vagón del Amtrak que me llevaba a Nueva York. Cuando desperté, ya pasada la una de la tarde, descubrí la inmensidad de un aguacero de luz cayendo afuera. Sin necesidad de capa, salí a mojarme y zambullirme en el oleaje intenso de la luz. Sin necesidad de viento, las hojas de la higuera caen lentamente. La luz se va apagando y una banda de gris matizado de otro gris, yo diría fúnebre, se extiende encima de los viñedos de Tavel. Saint-Marcelin au four acompagné d’une croquante salade de laitue frisée. Paso la noche con Sigourney Weaver en otro episodio dix pour cent. ©cAc-2020

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