Cinco lustros han pasado de la infernal noche del 13 de
noviembre en un Paris en que el buen tiempo empujó a salir a la calle para
cenar en esas terrazas que simbolizan el desenfado y el olvido de las
escaramuzas cotidianas. En el gigante Stade de France se jugaba un partido
amistoso de football (France-Allemagne). El Bataclán, lleno a tope, en su
mayoría jóvenes, ofrecía un concierto del grupo americano de rock Eagles of
Death Metal. El cielo de Paris se cubría de esa luz otoñal digna de beberse con
los ojos. Y cuando menos se lo esperaban los asistentes al match, los que
bebían un vino, una cerveza o saboreaban un plato, intimando “tête à tête” o
entre amigos, o aquellos inocentes que vibraban a ritmo de rock, Paris se tiñó
de rojo, rojo mortífero esparcido por el odio de criminales fanáticos al
servicio de una malsana organización terrorista. Para todas las víctimas,
reconstruirse será siempre un largo camino. Para la Nación, reconstruirse es
también largo, porque las heridas vuelven a abrirse. Estamos obligados todos a
participar en la reconstrucción, sosteniendo a las víctimas que sobrevivieron,
recordando a los inocentes que murieron, elevando el mensaje de paz necesario
para vivir cada cual profesando la religión del respeto. ©cAc-2020
Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.
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*Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.*
Primero fue Conyedo[1], y luego Hurtado de Mendoza[2]. Dos hombres que
inspiraron la conducta que sigu...
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