Ni un alma en el camino pedregoso paralelo al río. Dos cisnes blancos en una danza de cuellos ora chasqueando el pico naranja ora haciendo eses indescifrables. La soledad acompañada del silencio. Extasiado mirando a los dos cisnes, una masa blanca entre la maleza de la orilla. El ruido ligero aplastando las piedras del camino lo desviaron de su éxtasis delante de los cisnes. Subió el sendero en declive abierto por un pescador y esperó entre los arbustos como el soldado emboscado esperando el paso de un tanque. Monsieur, monsieur, ladró el de pelaje blanco con una mancha negra a un costado de su lomo. Señor, llevo horas perdido. Me perdí corriendo detrás de una paloma torcaza. Era gris, era hermosa, y levantó el vuelo y quedé embobecido viendo su aletear elegante. Corrí entre los surcos, volví atrás, desesperado. Mi patrón debe estar también desesperado. Este es su número señor. Se echó en el camino. Temblaba. Latía su corazón. Hocico de perro húmedo. Ojos extraviados como él. Merci monsieur, dejó escapar todavía echado al suelo. Estaré con Kiké hasta que usted llegue. Cuando escuchó el ronroneo de la vieja camioneta, movió el corto rabo en señal de contentura. Saltó al asiento delantero y partió prometiendo no volver a extraviarse. ©cAc-2020
Sencible y hermoso
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