…la
vida húmeda…
…y
me fui al amanecer a caminar por el campo, para escapar a la rutina de un
domingo endomingado. Subí al viejo castillo en ruinas para saludar desde la
altura al Mont Ventoux convertido en el Peñasco, del otro lado del río, para
ver saltar a Cira sobre las piedras del Ródano que se me antojó Jarunao, miré
abajo donde hubo vegas y palmas, se alineaban los surcos, la viña en
progresión, y los robles hacían ruedos boscosos entre la capilla y el camino
que lleva a San Lorenzo de las Fuentes. La bruma de la media mañana envolvió el
bajío, y el viejo desapareció sobre la piedra pulida que hace de crucero para
alertar a los viajeros que ningún tren volverá a pasar hasta que vuelva la luna
llena. ©cAc-2020
Muy bello. Impecables el texto y la foto. Y tu gran libro. Por cierto, uno de los más vendidos de momento este mes. ¡Qué alegría!
RépondreSupprimerGracias Abel, creo que hubiera seguido garabateando en mi libreta de notas, todo el domingo, mientras miraba el monte y el río, pero a medida que avanzaba el día, subía la temperatura y empujaba a dejar mi punto de observación. Gracias Abel, y el abrazo es recíproco.
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