Los católicos maronitas veneran a un santo que consagró
su vida al sacerdocio: Saint-Charbel. Y para conocer al país, no puede uno
pasar por alto, la impronta que dejó en el imaginario popular, en la
transmisión de la fe y en el respeto a un hombre, Chárbel Makhlouf, que dedicó
cuerpo y alma a la obediencia, la pobreza y la castidad. Llegar hasta el pueblo
más alto del Líbano, Beqakafra, es comenzar un periplo para recordar a quien a
la edad de veinte años se hizo monje. Chárbel nació en Beqakafra en 1828.
Visitar el monasterio maronita de Annaya, es una visita, que por corta que sea
la estancia en el país, no debe faltar en el programa. En Annaya, vivió el
sacerdote ermitaño, lugar en el cual cristalizaría su existencia, sitio que lo vio
morir, enfermo, en 1898, a la edad de 70 años. Esperemos que la luz milagrosa
de Saint-Charbel ilumine a todo el Líbano, creyentes y no creyentes, a todos
los libaneses de todas las confesiones, porque el hombre necesita la
espiritualidad y la libertad donde no intervengan las disonancias religiosas. ©cAc-2020
Lomas, cuestas y declives (Santa Clara)
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Mientras escribía los textos de *Un barrio, una iglesia, un parque*, que
serán publicados poco a poco en el blog www.santaclarabycac.blogspot.com no
pud...
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