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Born in Santa Clara. Sigfredo Ariel (1962-2020)
Born
in Santa Clara. En el desequilibrado año de los comienzos. Y siempre tuvo aquel
apego a su terruño, que los que allí nacimos, como él, lo consideramos un
patrón de las pasiones, por las calles adoquinadas y los asfaltos agrietados
emergiendo sobre ellos. Sus años fueron una orgía de letras que nos procuramos
husmeando en los anaqueles de la librería Pepe Medina, o bien teniéndolas de su
puño y letra en alguna visita coincidente a la ciudad de Marta. Comentaba una
crónica, cuyo autor, hacedor de El fogonero, despedía a Sigfredo Ariel. Y
después de haber publicado el comentario, la memoria comenzó a fluir, y a
destilar recuerdos de adolescentes todavía atados a la ciudad que nos vio nacer
y caminetear. En el comentario, expresaba yo la excelencia de su crónica para despedir
a un amigo, viejo en el tiempo, pero no en su almanaque personal. Muchos
aprendimos de él cuando todavía adolescentes comenzábamos a garabatear poemas o
leer, a la luz de la luna entrando por las persianas del albergue, el periódico
que imprimían sus dedos, para deleite de unos pocos, dije unos pocos, porque
todos nos íbamos descubriendo poco a poco, éramos condiscípulos del laboratorio
que quiso fabricar a un hombre nuevo, y en ese misterio de la química nacieron
ilusiones que años después florecieron. Fue entonces que la memoria abrió su
brecha, y recordé el nombre del periódico hecho a mano en folios A4 y que
Sigfredo llamó Palestra, o La Palestra. La memoria me juega miserias. Todavía
quedan quienes puedan recordar esos tiempos donde al interior de un dormitorio
de sesenta becados, un cubículo de veinte se convertía en sitio de luchas,
sueños y aspiraciones. Leímos Palestra convencidos de la mina de oro que había
en las manos del poeta, grafista e impresor. Corría 1975. El mundo era ancho, y
no imaginábamos que un día, la estrechez de la vida nos acechaba. Partió
apresuradamente Sigfredo Ariel, pero nos dejó música en sus poemas, y el
recuerdo de una sonrisa de chiquillo que inventaba y deshilaba vida en el arte
de escribir. ©cAc-2020
Muy bello esto, Carlos. Y merecido.
RépondreSupprimerNo había leído tu comentario, gracias Abel, justo una remembranza de nuestros años adolescentes...
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