Hoy es
una fecha importante para mí, no precisamente porque sea la fecha que marca el
día en que mi madre traía al mundo una lagartija larga y flaca, ojiverduzca y
la primera cosa que hizo cuando la enfermera la puso entre sus brazos, fue mirar
sus manos, entonces suspiró para atenuar ese placer de saberse otra vez madre,
y constatar que mis manos eran una copia liliputiense de las de mi padre.
Para mí
es importante porque hay mucho misterio personal en la cifra cincuenta y nueve,
no tanto por el cinco y sí mucho por el nueve. Último año de una década que
reflejamos todo lo que un cincuentón puede trasmitir a los otros, que sean más
viejos que nosotros, los menos, o más jóvenes, que deben ser los más.
Hoy,
aquella lagartija que se convirtió en rubicundo muchachito, insolente,
aplicado, cariñoso, se me antoja convertida ahora en un barquito de papel, no
aquel de la hermosa canción de Serrat ni aquel barquito queriendo navegar por el ancho mar desconocido. No. El
barquito blanco hecho con una hoja de cuaderno está atrapado en una minúscula
ensenada de bordes afilados, mica o piedra calcárea, el oleaje caprichoso lo
empuja contra las paredes rocosas, intenta salir de ese fondeadero, y batalla,
batalla y espera a que el oleaje deje su furia para escapar de esa abra
salitrosa.
Nacer en
el cuarto signo del zodíaco que se remonta al imperio caldeo, signo asociado al
cangrejo, cuyo elemento es el agua, y su astro regente es la Luna, inflama al
nacido con una coraza tropical, porque ha dicho adiós a la primavera y quiere
respirar los olores y los calores del recién llegado verano. La constelación de
Cáncer es pequeña, y débil, pero puede traer sufrimientos. Y aunque el paralelo
no toca a la Isla y pasa solo un poco más al norte, nos castiga. Para nunca
olvidar. Somos eso, signo astral, constelación y paralelo.
Profundas palabras, llenas de sabiduria pero que dejan ver desesperación y a la vez esperanza. Siempre he creido en los ángeles de la guarda, esos que invisibles nos acompañan en cada paso. Las aguas se tornan mansas después de las tormentas, siempre....
RépondreSupprimerUn abrazo
Felicidades hermano, muy bellas reflexiones, te deseo todo lo mejor
RépondreSupprimerCarlos, hermano, ayer te felicité por el cumpleaños, hoy te vuelvo a felicitar por el cumpleaños y por este texto agridulce y perfecto. El barquito escapará de "esa abra salitrosa". Claro que escapará. Un abrazo fuerte.
RépondreSupprimerHummm....
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