mardi 3 novembre 2020

Inicio del « ralentissement de la vie »

Inicio del « ralentissement de la vie »

El viernes se presentó generoso en sol. Como las líneas telefónicas no entran en el confinamiento, temprano llamamos al lugarteniente EW para saludarlo por su cumpleaños. Aunque no haya necesidad de poner un pie fuera de la casa, saberse encerrado crispa los nervios. Los medios hablan de un confinamiento menos estricto. Vuelve la alarma entre los pequeños comerciantes. Gruñen los libreros. Leer o no leer.  Hay que olvidar que existe el cine Utopía. Hay que, il faut, hay que, il faut… Todo resulta una gran utopía. Oscureció dos minutos más temprano y una bandada de cuervos ocupó todas las ramas de un abedul desnudo, hacían una algarabía tal, que nos asustamos. En realidad, tomaban resoluciones para evadir la prohibición de migrar, pero sabían cómo. El 30 de octubre acababa de entrar en los anales de la historia, como el comienzo del « ralentissement de la vie », una vida marcada por lo esencial y lo no esencial, la prudencia y la imprudencia, el miedo de los políticos, el desconsuelo de la economía y la incertidumbre. El sábado treinta y uno le dediqué horas al viejo tronco del abedul sin conseguir rebajarlo. He logrado hacer un cráter  capaz de recibir un ovni perdido en estos confines de la Occitania. Traté de ver más allá del término del pueblo desde mi más alto punto de observación : el granero. Mi buhardilla mágica donde me pierdo a gusto, mi buhardilla, digna de llamarse frustrado almacén de antigüedades, donde cuelgan lienzos y retratos sepias de abuelas peinadas con coquetería. ©cAc-2020

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire