La
Toussaint suaviza el confinamiento (regreso de vacaciones obliga al
suavizamiento)
La Luna llena del 31 lanzó azules sobre los techos del pueblo, se fue apagando, y nació noviembre como es habitual, envuelto en crisantemos. Desde el cielo, el camposanto deja de serlo y se convierte en efímero jardín multicolor. Todos los santos. La Toussaint francesa que remite al inventario familiar, cuántos eran, quienes quedan, cuantos somos. No es nada triste la jornada, si el sol conspira en hacerla luminosa. Habiendo llenado la atestación que me autoriza a salir una hora, me regalé una caminata hasta el cementerio, tranquilo, sumido en el silencio de las cuatro de la tarde, y caminé en dirección de Saint-Roch. Sin la intención de llegar hasta allá, opté por detenerme en el puente y mirar la desaparecida vía Domitia de los romanos convertida en la autopista La Languedocienne (A9/E15). Gris cinta vacía de automóviles y camiones en una y otra dirección. La magia del confinamiento. Volví cabizbajo a la casa, arrastrando penas, en el silencio más absoluto. ©cAc-2020
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