…en la calle Juan Bruno Zayas, detrás de la iglesia, un
monumento me llamó la atención, aquel que recuerda a nuestro José Martí [No
quiero prominencia para mí sino felicidad para mi patria, reza debajo del busto
del Apóstol], y como soy Martiano, llegar a él, me hinchó el corazón. Justo un
detalle, la frase integrada al monumento adolece de un error ortográfico, en la
palabra prominencia. El monumento fue
erigido por el Ayuntamiento de Vueltas el 20 de Mayo de 1944. La República
cumplía cuarenta y dos años. Me gusta imaginar los pueblos y verlos en blanco y
negro como viejas tarjetas postales. Vueltas fue un pueblo como muchos otros de
la Isla, con gente pobre, y los notables[1]. La
trama urbana no sigue la cuadratura de los pueblos fundados durante la colonia
y el trazado es irregular. Creció alrededor de la Iglesia. Los comercios fueron
instalándose en la calle principal, adosados entre ellos, adosados a las casas
de familias que levantaron sus viviendas en los terrenos disponibles. Casas de
mampostería y tejas, y la gran mayoría de ellas, con fachadas de tabla de palma
y cubiertas de tejas criollas, con grandes ventanales y portales abiertos
sostenidos por columnas hechas con horcones. Hermosos pisos de mosaicos,
verdaderos tapices. Hoy, ese Vueltas casi ha desaparecido, porque la falta de
recursos de las familias ha conllevado a la falta de mantenimiento y a la conservación
del patrimonio, el patrimonio familiar y el de todos. Por otro lado, la idea
del progreso ha cambiado, y se creen menos pobres aquellos que remplazan una
hermosa vieja casa por materiales novedosos, sin alma… ©cAc-2020
[1] Para eludir castas y clases sociales, no
creo mucho en ellas, llamo notables a aquellas personas que por sus
responsabilidades o profesiones se relacionaban con todos los habitantes de un
pueblo pequeño: el alcalde, el médico, el notario, el escribano, el
farmacéutico, y otros.
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