samedi 7 mars 2020

Vuelta por Vueltas (I)



San Antonio de las Vueltas es uno de los pueblos villaclareños que tardé en conocer, y eso, a pesar de que pasé cerca de él, en múltiples ocasiones. Se pasa cerca de él, pero no se pasa o atraviesa Vueltas. Para visitarlo, hay que desviarse en el entronque que parte de la carretera de Camajuaní, o bien venir desde Encrucijada. Yo fui desde Santa Clara, pasando por Camajuaní, para una visita de cortesía, un sábado aplomado con gotas en el horizonte. Al doblar a la izquierda, en el entronque de la carretera (Circuito Norte?) y la carretera que lleva a Vueltas (Circuito Norte/José Martí?), doblé hacia un mundo villaclareño desconocido para mí, y sin embargo, cercano geográficamente (a solo 34 km de la capital provincial). Para llegar a Vueltas se pasa por la pequeña localidad de Vega de Palma, conocida por su charcutería y jamones. Y casi enseguida, la carretera siempre dando vueltas, se llega a Vueltas, o mejor, a San Antonio de las Vueltas. Dije, cielo aplomado, y llegando comenzó ese chin-chin de principios de marzo, que enfría los huesos y hace languidecer el alma. La fina llovizna no impidió que diéramos una vuelta por la parte céntrica del poblado. La iglesia estaba abierta y aprovechamos para visitarla y conversar con la persona que a la entrada cuida el templo y vende estampillas de santos y vírgenes. La iglesia no destella en brillos y pinturas, ni presume de altar y retablo con dorados. El mobiliario es pobre, como pobre es el estado exterior del templo. Busqué a San Antonio, patrón de pueblo, sin conseguirlo. Dos urnas empotradas en la pared, a cada lado a la entrada, una dedicada a la Virgen de la Caridad, la otra a San Lázaro. El campanario reposa sobre el soportal de la entrada, con tres arcadas, las tres guarecidas con rejas. Tres campanas y cuatro relojes para marcar el tedio de un pueblo, el frescor de las mañanas y el bochorno que empuja a la siesta. Cúpula rojiza, manchada por el moho ennegrecido, el mismo que va cubriendo las paredes. Sobre la cornisa derecha del campanario, una planta crece y echa hojas. El árbol que daba sombra en la plaza lateral de la iglesia, es solo tronco y tristeza hasta que desaparezca totalmente, como desapareció la palma real que se erguía altiva frente a ella©cAc-2020

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