El
primer contacto, el primer sonido, la primera caricia, la sonrisa más dulce, es
aquella que Madre nos proporciona. Y madre se queda para siempre, en el más
sagrado de los rincones del alma. Tenerla es una mina de riquezas, perderla es
la ausencia más dolorosa. No importa de quien haya sido la idea, si de Julia
Ward Howe al final del XIX, o de Ana Jarvis a inicios del siglo XX. A la
celebración se unió Cuba desde la década del veinte. Unos dicen que fue en
Santiago de las Vegas la primera celebración pública en la Isla, otros que la
primicia la tuvo Puerto Padre. Cuentan mis tías que ese domingo de mayo los
hombres portaban en la solapa un clavel, blanco si llevaban con ellos la pena
de no tenerla, rojo si la madre les sonreía todavía. Trece mayos ha que mi
madre falta. Otros vendrán, ausente ella para siempre. No porto clavel en la
solapa como hicieron mis tíos, porto la alegría de haber nacido, de ella, de
guardarla en la memoria como un cristal fino que solo yo puedo tocar. Y me uno
a la alegría de quienes pueden besar a la suya, pienso en la mía, y hago
extensiva mi salutación a todas las madres.
Tres esculturas a la madre quiero así compartir con todos aquellos que por
casualidad o por costumbre entren en esta bitácora hoy domingo, y con aquellos,
pilongos o no, que alguna vez pasaron frente a esos monumentos sin prestarle atención.
En el
antiguo Hospital de Maternidad de Santa Clara, edificado en la carretera de
Camajuaní en las primeras décadas de la República, sobre un pedestal de granito,
una madre carga a su hijo y juntan sus mejillas mientras el niño rie gozoso y
la acaricia. En el pedestal una placa cortesía del club Lions International
Santa Clara, lleva impresa “Las madres son amor, no razón, son sensibilidad
exquisita y dolor inconsolable”, fechada 1952-59.
Más
accesible que la del viejo hospital de maternidad, es la estatua colocada en el
Hospital Materno de Santa Clara, situado en la avenida Marta en la zona hospitalaria. La estatua, representa a una madre amamantando al hijo que
acaba de traer al mundo y a su primogénito que la acompaña mientras hojea un
libro. La estatua es de factura modesta, y en el pedestal dice simplemente
MAMÁ.
La
tercera, una madre sostiene a su hijo, y lo mira como el fruto tierno que ha
salido de sus entrañas. Esta estatua, que puede verse desde la acera, está
colocada en el jardín de la Logia Perseverantes en la carretera Central. Como
lo dice su placa, es un homenaje de la Logia a las Madres del mundo. ©cAc-2019
Enhorabuena
y felicitaciones!
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