En la categoría “Restauración” el premio provincial de Conservación y
Restauración le fue adjudicado a un edificio religioso de Santo Domingo,
localidad villaclareña ubicada en el centro-oeste del territorio. El sitio
donde está edificada la iglesia, es la cima del cerro más alto de la localidad,
lo que le proporciona un perfil monumental por su amplia visibilidad. En
efecto, la torre campanario, cuya cúpula está rematada por la cruz, en hierro,
así como un pararrayos, mide 30 metros a partir de su base. El entorno urbano
que rodea el edificio es de significativa importancia: construcciones
domésticas, pero también comercios, servicios gastronómicos, centros culturales
y las instituciones político-administrativas. El edificio está emplazado en el
sector noroeste del Parque Central, en el eje vial que atraviesa todo el
pueblo, la carretera Central, y empalmada a ella, la carretera que lleva a las
localidades costeras del norte de la provincia de Villa Clara y de la vecina
Matanzas. En el lugar que ocupa la iglesia en cuestión, existió otra que por su
vetustez y ancianidad, fue demolida: Santa María del Rosario. En septiembre de
1871 quedó autorizada la construcción de un nuevo edificio, cuya ejecución
tardó cuatro años, al cabo de los cuales quedó terminada, y pudiendo ser
bendecida el 28 de noviembre de 1875, bajo el reinado de Alfonso XII y Pío IX
como pontífice. Por la administración colonial estuvieron presentes el capitán
general de la Isla, Don Blas de Villate y la Hera, conocido como conde de
Valmaseda, y el teniente gobernador de la jurisdicción, el comandante Don José
Pruna. El inmueble se convirtió desde su terminación en un símbolo para la
comunidad dominicana, en su sentido religioso, por el sostén a la fe católica,
y por la autoridad que manifiesta su talla y solidez, y que le otorga el valor
patrimonial que trasciende a nuestros días, ciento treinta y seis años después.
Vale acotar que el templo fue erigido en un pueblo de desarrollo discreto, de
economía agrícola, y sin interés para las autoridades coloniales de la época,
-amén de estar situado en el camino real a La Habana, y en momentos de
inseguridad política para los representantes de la colonia, que veían el auge
independentista desplegarse por toda la Isla. NS de los dolores, fue ejecutada
con la influencia neoclásica de ese final de siglo XIX, y en los albores del
siglo XX, el contexto urbano se desarrolló con la construcción de viviendas de
familias de clase media. El inmueble es un exponente valioso de la arquitectura
vernácula, cuya tipología puede apreciarse en otras parroquias de la región
central del país, y cuya contemporaneidad es visible en la iglesia parroquial
de Colón, la de Sagua la Grande y la iglesia San Juan Bautista de pueblo Nuevo
en Matanzas. Aunque en diferentes épocas el edificio sufrió transformaciones,
nunca perdió su valor patrimonial. Sin embargo, el tiempo, el abandono, la falta
de recursos de las autoridades eclesiásticas y las divergencias
político-religiosas fueron calando la salud del templo. El reloj, habiendo sido
comprado en Cienfuegos, fue insertado en 1886, y hubo de ser desmontado en el
año 2000 debido a su deplorable estado técnico. Las filtraciones duraron años,
y fueron la causa del pudrimiento de la carpintería, realizada en maderas
preciosas, como la cubierta realizada en cedro, el entablado de pino tea y las vigas y cerramientos en jiquí. La
cubierta amenazaba con derrumbarse, como consecuencia de las grietas,
desplazadas a los muros, principalmente, aquellos que sostenían la
torre-campanario. Nótese que los muros de la iglesia son una mezcla de rajón
con barro, se elevan a diez metros de puntal, con vanos altos y anchos y
terminan en arcos de fábrica en ladrillos, los cuales soportan todo el peso de
la obra de cubierta, así mismo el muro de la fachada frontal, sostiene el
cuerpo de la torre-campanario. Los
trabajos de mantenimiento parciales no resolvieron los problemas, y muchos
valores estéticos y arquitectónicos originales se perdieron. Entre las pérdidas
lamentables, el coro, el piso original y el altar, así como las instalaciones
de infraestructuras técnicas que eran rudimentarias. La renovación llevada a
cabo tuvo en cuenta todos estos elementos. El obispado de Santa Clara y su
departamento de arquitectura, con el sostén de las comunidades italianas de
Génova, Quía Bari y Sabena, ejecutó un anteproyecto en el 2005 con vistas a la
reconstrucción del edificio, así como a la restauración y conservación del
mobiliario y obras documentales y de valor artístico decorativo, o de elementos
como las campanas que datan de 1875. La iglesia posee apreciables esculturas de
la Virgen de la Caridad del Cobre y de la Dolorosa. Entre las partes
reconstruidas sobresale el presbiterio, versión italiana diseñada por los
arquitectos Mirco Caldini y Paolo Finamore, trabajado en mármol gris y blanco,
y en pizarra. El proyectista principal de la obra fue el arquitecto Elaysis
Pérez Pairol, Zenén Dorta como
inventarista y Pedro Z. González como ejecutor.
*Yiset Betancourt Casanova. Santa Clara 1973. Arquitecta por la UCLV. Especialista
en intervención del patrimonio edificado. Centro provincial de Patrimonio VC.
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