La estación de autobuses de Oviedo, estaba hundida en la tranquilidad del amanecer cuando entré por una de sus puertas que dan a la avenida. La cafetería aún cerrada, los andenes desiertos y tres o cuatro pasajeros, como yo, esperando su autobús. Un tintineo de faldas y monedas me llamó la atención, y al salón entraron una docena de gitanas que ocuparon todos los asientos. Con ellas un chiquillo entre muchacho y adolescente que interpelaba a todo el que iba llegando. Abrieron la cafetería, y ni lento ni perezoso me acomodé en la barra para desayunar antes que llegara el carro de la línea Irún – Tuy y que me llevaría a La Coruña. El autobús nos llevó primero a Gijón, y pensé en lo interesante de visitar la ciudad asturiana durante su Semana Negra. Pero el despuntar el día en Gijón no me enganchó, y ni cuenta me di cuando la dejábamos. Una vez llegados a Avilés y a partir de este punto, los pueblos costeros se sucedieron, a lo largo de la Costa Verde. Salinas, Soto del Barco, y en la lejanía, San Esteban, muy cerca de Bajos de Nalón, donde pasamos una noche mi amigo Elie y yo, en el regreso a Francia, después de haber hecho el camino a Compostela. Cudillero, Soto de Luna, Luarca, Navia y al pasar la ría, Ribadeo, sobre la costa interior y ya en tierras gallegas… Luego vendría Vegadeo, al que se llega bordeando un paisaje costero de la ría, impresionante, y desde allí, nos alejamos de la costa para alcanzar Lugo, y por una autovía, creo que la E70, se va directo a La Coruña, a la que llegué rayando el mediodía. ©cAc
Lomas, cuestas y declives (Santa Clara)
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Mientras escribía los textos de *Un barrio, una iglesia, un parque*, que
serán publicados poco a poco en el blog www.santaclarabycac.blogspot.com no
pud...
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