La Geria (zona de viñas)

Saliendo de Teguise por la carretera que lleva al monumento levantado a la memoria del campesino, el verde y las ondulaciones se suceden sin alterar los latidos del corazón, que se mantiene calmo mirando a la izquierda el llano denominado de Zonzamas. Pero una vez que contorneamos la rotonda, sin prestar atención a San Bartolomé, apenas a un kilómetro del monumento, entramos a la ruta que atraviesa La Geria. Llanos pedregosos, llanos de vieja lava donde afloran montañas con nombres evocadores, y sorprendentes plantaciones de viñas que emergen de entre el rofe y se protegen del viento, cuando sopla el viento… Bodegas, bodegas blancas al borde del camino, bodegas acariciadas por la negrura que las rodean, y que producen un vino excelente, como si la lava que corrió una vez fuera el abono que le da fragancia. Las montañas sorprenden y se deslizan y juegan a ocultarse, unas detrás de las otras. Chupaderos, Ortiz, Tinasoria, Guadilama, que fuera Blanca o que fuera Negra, todas me hacen guiños mientras se despiertan a esa hora temprano de la mañana. La de Iguaden, la de los Rostros o la Caldera Quemada se encargarán de hacer que hagamos un alto en el camino para besarlas con el lente. ©cAc