jeudi 28 janvier 2010

…y ha vuelto a soplar el Mistral!

Ni rastro de la nieve en el jardín. El mistral se ha encargado de derretirla a golpe de respiros como si cada ráfaga fuera un abanicazo. La desnudez de los predios que rodean la casa le otorga una luz singular. Podemos ver los estragos causado por la nevada del día de Reyes. Pensamos en Altagracia, que hubiera cumplido ese día 130 años. Temblé al imaginarla hecha polvo bajo la tapa de mármol que la cubrió hace veinticuatro años. Se acaba enero, o casi se acaba, y seguimos recibiendo noticias de catástrofes. El crash del avión etíope saliendo de Beirut nos ha hundido en la tristeza. Ya han contado unos 170000 muertos en Haití. En Polonia y Rumania el frío ha golpeado duro helando la vida de numerosas personas. Pienso en mis amigos entusiasmados por conocer Machu Picchu ahora prisioneros de las lluvias torrenciales caídas en el Perú. Honduras ha vuelto a la normalidad, Miami ha recuperado la calidez de su invernal estación a ritmo de Van Van y en Cuba han guardado los abrigos con el regreso de los calores. A pie, o en bicicleta?, vacilo mirando la limpidez del cielo “mistralizado” y me decido por darle un poco de calor al camino con mis pies. El aire no es glacial, pero cortante. Camino entusiasmado como si fuera al encuentro del mar en otro sitio. Escucho el motor de una barcaza y corro como un muchacho para ver la estela que deja atrás mientras surca el Ródano en dirección de Avignon. Desaparece la barcaza, hundo mis manos en los bolsillos, y me regalo el Mont-Ventoux compitiendo en hermosura con Châteauneuf-du-Pape extendido a los pies del castillo. Al volver a la buhardilla caliente del granero donde hibernan unas tres mil abejas esperando la llegada de la primavera, tomo mi cuaderno, y hago unos apuntes que tienen que ver, no con el Ródano, sino con el Bélico de Santa Clara. ©cAc

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