jeudi 20 janvier 2022

Los cuervos de Abel Germán en París.

 



Lorenzo Alcalde decidió enfriar sus pensamientos sentado en un banco invernalmente helado. Apretó la bufanda gris alrededor de su cuello y esperó pacientemente a que abriera el portón azul cielo que fuera la puerta cochera de un viejo hotel particular convertido en museo. Cuando pasado el mediodía se despidió de Diane, Blonde y Pompée, salió en busca de otro banco desde el que pudiera contemplar la densidad del tiempo. Tiempo a secas, sin prisa, impenetrable, como el bloque de cielo suspendido sobre la ciudad. Lo encontró, y encontró el verde desparramado alrededor de San Eustaquio, pichones hambrientos esperando ilusas migajas de pan, y encontró la paz. La paz herida por el gorjeo de los cuervos revolcándose en el agua estancada de una pasada lluvia caída sin miseria. Lorenzo Alcalde, sentado en el menos frío de los bancos de aquel parque desierto, volvió a ajustar su bufanda gris, se quitó los guantes y sacó de un bolsillo de su abrigo una hoja de papel doblada en cuatro. Desdobló la hoja y leyó, leyó cadenciosamente un poema que no fue escogido al azar. Siempre hay cuervos a la vista. Y al terminar la lectura le gritó a los cuervos  ¡Qué alivio!, como termina el poema de Abel Germán, el de la página 56. Dobló en cuatro la hoja, la guardó, y pudo contemplar sin prisa los tres cuervos, tres, eso quería, que se bañaban en la lluvia convertida en charco, a un lado de San Eustaquio. ©cAc-2022


Si acaso 3 cuervos. ©Abel Germán. Editorial Dos Islas. 2021. Disponible en Amazon:

https://www.amazon.com/Si-acaso-3-cuervos-Spanish/dp/B09GZGXPMJ

3 commentaires:

  1. Gracias, amigo, por este bello poema. Porque de eso se trata: de un bello poema.

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  2. …y al trío de cuervos que al fin apareció!

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  3. Pues sí. Muy a propósito. Se ve que querían ayudar. Abrazos.

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