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Lo que dejamos atrás cuando volvemos…
Los volveres nos obligan a volver, y al volver, dejamos
atrás cosas, voces, miserias, espantos y ternuras. Atrás dejé un maullido, un
beso escapado, un adiós tímido y el cristal de una lágrima arrinconada en la esquina
parda de unos ojos fatigados. Vuelvo, como tantos otros, y como tantas otras
veces, envuelto en la nostalgia de muros y adoquines. Retorno imprevisto,
encuentros cordiales, sobornos inesperados, truenos no deseados, lloviznas y
humedades, vientos de cuaresma y cotidianos amaneceres con café, o sin café, menos
pan, o mucho pan, cabalgado, gritado, rodando por las calles “estiercoladas”, pan suave, pan de flauta, pan fresco, pan de la cadena,
encadenados todos, crudo, frío, tembloroso, aquel que pudo pasar, todavía Venus
brillando a un costado del tejado. Volví. Volví para, sentado en mi desván,
pensarte, enderezarte, seguir amándote, santa clara. ©cAc-2019
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