Una y otra cosa revela tenacidad, fogueo y
camino empedrado. Para los que viven como para los que visitan la Isla, Cadeca
se convierte en un sitio obligado. El que vive o el que va de paseo no le
queda más remedio que ir a cambiar su
plata en las casas de cambio. La divisa de la institución es « alcanzar la
excelencia en los servicios que brindamos ». Bravo, a todos nos gusta
recibir un servicio correcto (dije correcto, porque la excelencia patina,
resbala y hasta se da golpes, entonces ya no es excelencia). La perfección no existe, eso es cuento. Así y
todo, siempre soñamos con chocar con alguien que no convierta en pesadilla un día
cualquiera de la semana. Santa Clara tiene una filial de Cadeca en los bajos
del Edificio Cuba, en la esquina de las calles Cuba y Rafael Tristá. Con el
transcurso de los años, la empleomanía de la susodicha Cadeca, ha cambiado, y
la nueva horneada no creo que esté a tono con la imagen que pretende perfeccionar
la institución bancaria. Hago una salvedad, y me refiero al Gerente de esta Cadeca,
persona honesta y respetable. De los porteros, ni hablar, dudo que hayan
terminado la escuela secundaria básica, y se comportan como gendarmes
analfabetos. Globalmente, los empleados saludan, hacen el trabajo que está en
sus perfiles de cambistas, contadores, recolectores de datos personales,
preguntan, sugieren, y hasta sonríen y dan las gracias. Para los que viven como
para los que visitan la Isla, entrar a Cadeca no significa otra cosa que
resolver su problema de cambio de moneda, o extracción usando una carta
bancaria. Hasta aquí, hacer la cola,
sentarse cuando corresponde entrar y cambiar en el ventanillo que se desocupe, no
tiene nada de particular. Eso hace parte del ritmo de la Isla, de la cotidianeidad.
Pero si en el ventanillo o caja que se libera, aparece una cajera nombrada GISELL
y apellidada MONTERREY MARTIN, recule, invente una excusa y espere a que otra
cajera o cajero le haga el cambio o la extracción que necesita hacer. La
susodicha empleada, GISELL MONTERREY MARTIN, carece de profesionalismo, de
buenas maneras, de educación, de confiabilidad, porque no es capaz de dar la
respuesta adecuada al cliente. Es el tipo de cubano que aplasta a su
coterráneo. Es el tipo de persona que cuando expresa su tozudez, no demuestra
otra cosa que lo que busca es obtener un ascenso. No creo que llegue lejos esta
muchacha, que por su inopinada acción, desequilibra la imagen de la
institución. ©cAc-2018
Lomas, cuestas y declives (Santa Clara)
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Mientras escribía los textos de *Un barrio, una iglesia, un parque*, que
serán publicados poco a poco en el blog www.santaclarabycac.blogspot.com no
pud...
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