dimanche 23 décembre 2018

Vivir en Cuba (o ir de visita)


Una y otra cosa revela tenacidad, fogueo y camino empedrado. Para los que viven como para los que visitan la Isla, Cadeca se convierte en un sitio obligado. El que vive o el que va de paseo no le queda  más remedio que ir a cambiar su plata en las casas de cambio. La divisa de la institución es « alcanzar la excelencia en los servicios que brindamos ». Bravo, a todos nos gusta recibir un servicio correcto (dije correcto, porque la excelencia patina, resbala y hasta se da golpes, entonces ya no es excelencia).  La perfección no existe, eso es cuento. Así y todo, siempre soñamos con chocar con alguien que no convierta en pesadilla un día cualquiera de la semana. Santa Clara tiene una filial de Cadeca en los bajos del Edificio Cuba, en la esquina de las calles Cuba y Rafael Tristá. Con el transcurso de los años, la empleomanía de la susodicha Cadeca, ha cambiado, y la nueva horneada no creo que esté a tono con la imagen que pretende perfeccionar la institución bancaria. Hago una salvedad, y me refiero al Gerente de esta Cadeca, persona honesta y respetable. De los porteros, ni hablar, dudo que hayan terminado la escuela secundaria básica, y se comportan como gendarmes analfabetos. Globalmente, los empleados saludan, hacen el trabajo que está en sus perfiles de cambistas, contadores, recolectores de datos personales, preguntan, sugieren, y hasta sonríen y dan las gracias. Para los que viven como para los que visitan la Isla, entrar a Cadeca no significa otra cosa que resolver su problema de cambio de moneda, o extracción usando una carta bancaria.  Hasta aquí, hacer la cola, sentarse cuando corresponde entrar y cambiar en el ventanillo que se desocupe, no tiene nada de particular. Eso hace parte del ritmo de la Isla, de la cotidianeidad. Pero si en el ventanillo o caja que se libera, aparece una cajera nombrada GISELL y apellidada MONTERREY MARTIN, recule, invente una excusa y espere a que otra cajera o cajero le haga el cambio o la extracción que necesita hacer. La susodicha empleada, GISELL MONTERREY MARTIN, carece de profesionalismo, de buenas maneras, de educación, de confiabilidad, porque no es capaz de dar la respuesta adecuada al cliente. Es el tipo de cubano que aplasta a su coterráneo. Es el tipo de persona que cuando expresa su tozudez, no demuestra otra cosa que lo que busca es obtener un ascenso. No creo que llegue lejos esta muchacha, que por su inopinada acción, desequilibra la imagen de la institución. ©cAc-2018


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