©cAc-1998sc
Benedicto XVI en su visita papal a Cuba no oficiará misa en Santa Clara como lo hiciera su antecesor Juan Pablo II. La visita será corta y sólo oficiará en la oriental Santiago de Cuba, en ocasión del 400 aniversario de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre, y evidentemente, en la capitalina Plaza de la Revolución. Y como de pontífices se trata, mi crónica versará sobre Juan Pablo y la ciudad de Marta, por lo que apretaré el botón de la memoria y trataré de recordar su visita a Santa Clara en enero de 1998. Por aquellos días, la ciudad bullía de religiosidad y los católicos estaban orgullosos de la visita. Por doquier se veía la imagen del Papa, incluso pegada como afiche en las puertas de las casas. Mi madre me había ofrecido un almanaque alegórico a la visita, que todavía guardo aquí en Paris. Los edificios religiosos y arzobispado estaban engalanados. Sólo faltaba que llegara el día de la visita, y ese día fue el jueves 22 de enero. Desde temprano, la gente comenzó a desplazarse hacia el área habilitada para la misa del Santo Padre. El podio fue construido queriendo imitar o parecer un bohío, del bohío tenía más bien el guano de la cubierta, pero no la forma. En el “frontispicio” del podio, las armas personales del reconocido Papa peregrino, y detrás del podio, un muro en el que estaba a un lado la cruz, y delante las banderas de Cuba y del Vaticano, y del otro lado, una palmera de la Isla. Una estatua de la Virgen de la Caridad del Cobre fue instalada bajo el techo de la estructura concebida como tribuna papal. JPII aterrizó en el aeropuerto Abel Santamaría, según oí decir, desvestido de su carácter militar, a petición de su Santidad, (durante años el aeropuerto, -ahora dedicado al tráfico de pasajeros de vuelos locales e internacionales-, sirvió de base militar, popularmente conocida como la Base Aérea-, fue recibido por el obispo de la diócesis, Monseñor Fernando Prego, presentado a las autoridades locales y desde allí se trasladó, en su “papamóvil” hasta el Instituto de Cultura Física (ISCF MFajardo), en cuyos terrenos fue habilitado el podio. Monseñor Fernanado Prego, dio la bienvenida a JPII, y a continuación, se hizo una lectura del Evangelio. La homilía de JPII estuvo dirigida a la familia cubana y sus valores cristianos, y por ello, tres generaciones de una familia santaclareña, reconocida por su fe, tuvieron el privilegio de besar el libro de las sagradas escrituras, sostenido por el pontífice. Un coro formado por 350 jóvenes católicos de las parroquias de la diócesis tuvieron a su cargo los cánticos cristianos. Presentes en la homilía estaban varios cardenales, obispos venidos de los cuatro puntos cardinales y casi un centenar de sacerdotes. Luego de la profesión de fe, el obispo de la ciudad leyó una breve monición y acto seguido se dio paso a la acción de gracias. Los fieles villaclareños regalaron al Papa, una estatua de Santa Clara, que es patrona de la villa y de la diócesis. Entre los fieles a los que el Papa abrazó, estaba un matrimonio que celebraba las bodas de plata, con sus dos hijos. JPII dio la comunión a cincuenta personas, y los fieles de las parroquias la recibieron de los sacerdotes presentes. El Santo Padre bendijo a los asistentes a la misa, se despidió con unas breves palabras y bendijo también una estatua de San José para la diócesis de Cienfuegos. Entre los casi 150000 asistentes a la homilía, habían peregrinos venidos de todo el continente americano, pero puedo decir que los fieles venidos de México eran numerosos. Numeroso era también el cordón de seguridad, en su mayoría miembros de la juventud y el partido, reclutados al efecto. Cabe comentar, que si bien es loable la seguridad y la protección en un acontecimiento así, me dio tristeza ver a miles de esos asistentes que no eran fieles a la doctrina de Dios, y que estaban allí fieles a la doctrina partidista, dispuestos a la acción si algo se salía de los rieles. Todo pasó bien, con la bendición del Papa, al punto que los cubanos, desde esa primera visita papal, fueron recompensados con la Navidad como día feriado. Voy a acompañar la crónica con algunas fotos que tomara ese día de enero, casi finalizando el siglo XX, y que me parece bien compartirla con los lectores. Les muestro además, el monumento levantado en recordación a la jornada papal, aledaño al sitio donde JPII ofreciera la homilía. No sé si oficialmente, pero desde entonces, los santaclareños bautizaron la vía que va desde la circunvalación, y que bordea la Loma del Capiro y se extiende hasta la calle 1ra del Sandino, casi paralela al río Cubanicay a esa altura, como la Avenida del Papa. Puedo imaginar que el hecho de haber sido Santa Clara la primera ciudad cubana en celebrar una homilía por la más alta autoridad del Vaticano y ser bendecidos por el Santo Padre, es un motivo de orgullo para los fieles de la ciudad de Marta. ©cAc-2012
Gracias por recordar este día, el ambiente era tal como lo describes. No solo estuve allí sino que fui parte la organización y preparación previa del altar. Ciertamente la idea era imitar a un bohío, conocí a los diseñadores y fui parte de su construcción. Para muchos fue el altar mejor logrado de las 4 misas que el papa diera en Cuba. Todo se hizo por personas afines a la iglesia, la mayoría voluntarios, y requirió varios días de trabajo, sobre todo los días previos. La palma fue traída de un campo, la cruz fue color carmelita hasta el día antes en que se pintó de blanco, la imagen de la Caridad era la de la iglesia del Buenviaje, el escudo papal fue hecho por maquetistas locales, los equipos de audio fueron traídos de Quebec e instalados por ingenieros canadienses, las astas de las banderas en la loma del Capiro fueron empotradas en el suelo para la ocasión y puestas con cierto trabajo por la inclinación de la colina. La cerca del Fajardo, lo que quedaba de ella, fue eliminada. Luego la iglesia pago la instalación de una nueva. Hace poco comentaba que de aquel team casi todos estamos fuera de Cuba, pero aquel día todo el mundo lo recuerda.
RépondreSupprimerSaludos, Michael