dimanche 25 décembre 2011

Avatares de un patio provenzal (IV)

Ya va amaneciendo, tímidamente, pero va amaneciendo. La noche ha sido menos larga, aupada por los villancicos que la cargan en brazos y la pasean por los patios. Patios quejosos. Para ellos la noche ha sido larga, soportando el lamento de las hojas y el crujir de las ramas. El viento no cesa. Golpetea con furia, empuja, arrincona. El cielo se va abriendo. Se abre despacio, detrás del enramado seco de troncos y ramas desnudas. Negro azulado negro rojizo. Soplos violáceos vetas naranja. Por el naciente, entre los árboles mutilados y el cielo allá, inalcanzable, Cubières. El castillo da el toque tenebroso de la ventisca prenavideña. Silueta de tejas, cornisas, chimeneas. Va amaneciendo, y se descorre el velo invisible dueño del aire. Subo a zancadas la escalera que me lleva al granero. El portillón que da al naciente ha quedado abierto, yo o la gata, uno de los dos ha olvidado cerrar el paso a la nada, al amanecer sin dolores, lejos, en el infinito que puede ser oriente, que puede ser un polvoriento camino en la antigua Persia. Salgo y me acurruco en la cornisa para desafiar al viento. Las contraventanas de las casas vecinas están cerradas. Los niños dejaron como de costumbre, el pesebre bajo el árbol. Luego se fueron a la cama. Los mayores se unieron al canto de medianoche en la Colegiala. El viento agitando los brazos, yo, acurrucado en la cornisa, mirando el cielo azularse. Todas las hojas caídas, amontonadas en los rincones, luego de una noche en frenesí. El patio barrido, barrido por la fuerza del viento, que rastrilla sin aperos sin tregua. El patio, silenciado por la hora, ausente de cuervos, de urracas, de ardillas. Forcejeo con el enemigo. Cierro el portillón. No hay hendijas, el viento afuera, acecha. No sabe de Navidad, no conoce la mesura. El patio se despierta. Una hoja lo atraviesa y termina acompañando a las otras, detrás del banco de madera. Hago un café largo, negro, profundo en olores. Recuerdo que es Navidad y miro afuera, mi nariz apoyada al vidrio de la ventana. ©cAc-2011

3 commentaires:

  1. Premier réflexe, je me dis qu'il faudra un jour que j'étudie l'espagnol. Mais, en fait, la langue est belle comme ça, nimbée de mystère. J'ai compris que tu parles de nuit, de lumière, de vent, de peur, de noël, de café, de réconfort, de nostalgie.
    Bonne année.

    Bernadette

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