samedi 28 mai 2011

Persona non Grata, novela, documental y episodio personal

El chofer ponía en marcha el camión cuando yo me acercaba al punto de recogida, le hice seña, paró, y el ayudante bajó para abrirme la puerta trasera. Un viejo camión GM cuyo propietario había convertido la cama en cabina para pasajeros. Puro hierro, minúsculas ventanas carcelarias y dos largas banquetas de madera. Atestada la cabina, hice, como otros, el viaje parado, mirando por la abertura frontal de la cabina, una ventana que dejaba ver solamente la cinta de asfalto y muy lejos, el paisaje nebuloso, gris, verdegris, verdeamarillo, verde, la seca imponiendo su ritual periódico. Media hora de ruta entre Ranchuelo y Santa Clara. Diecisiete kilómetros por la autopista nacional, también conocida como la 8vías. Media hora de silencio entre desconocidos, pasajeros que como yo, transpiraban el olor férreo de la cabina. Media hora que me permitió reflexionar sobre lo que me acababa de pasar en San Juan. Dije, San Juan solamente, no Ranchuelo. Porque el comienzo de la pesadilla fue en el pueblo de la ceiba gigante. San Juan es un pueblito, (pueblo chiquito infierno grande, dice el refrán!), y cualquier rostro nuevo es objeto de curiosidad para sus habitantes, más aún si los curiosos tienen la tarea de alertar, denunciar (por amor a la chivatería, o como celoso informante) o hacer trizas a un vecino incluso hasta la madre que los trajo al mundo. Pongamos a un lado la paranoia, pues lo que me sucedió no me pasó por la cabeza, no lo imaginé, y por ello no estaba prevenido! Repasé los rostros que tropecé bajando la cuesta de la calle 20 de Mayo, aquellos que presenciaron la alteración estúpida del albañil, y todos los que crucé desde allí al fortín y del fortín al final de la calle donde comadreaban las tres mujeres y de donde partió el muchacho del carretón. En qué punto de ese recorrido se disparó el botón del SUV? No tengo la más mínima idea. Si la instructora fue la primera alertada de que un desconocido con cámara se paseaba por San Juan, entonces la llamada fue hecha por “alguien” en el tramo del que les he comentado. Digamos que no fue así, nadie durante mi recorrido se había inquietado, no tenían por qué hacerlo, y que el encuentro con la “comitiva” fue fortuito, allí a dos pasos del monumento a Martí. Entonces no me queda otra cosa que pensar que el SUV fue activado por la instructora del partido. Inicialmente la instructora y las otras dos personas se dirigían a la escuela, que se preparaba para una gran actividad, preparación que ellos chequeaban. La trampa fue tendida, se valieron de mi curiosidad por el antiguo cuartel español. Yo fui al viejo cuartel, y ellos en lugar de seguir su programa, volvieron atrás con el objetivo de desencadenar la cacería. La instructora y su comparsa, después de haber cumplido su tarea revolucionaria, en lugar de entrar a la escuela por la puerta principal, entraron por el fondo y fueron directamente a donde yo conversaba con la señora jovial (era la directora o una maestra?) y el profesor de historia. Allí comenzó el acoso devenido hostigamiento. Y lo considero así por la forma inquisitoria de pedirme mis documentos (que no estaba obligado a enseñar) y de preguntar siempre llevándome contra la pared al punto de querer que yo me presentara en el sector de policía sanjuanero.


El invierno cubano no está falto de sol. La caseta de hierro ya se había convertido en un horno rodante, mucho más cuando el camión fue aminorando la velocidad y paró en el km259 para bajar y montar pasajeros. Yo sudaba a mares. Respiré cuando el camión comenzó a rodar y volví a mis pensamientos anteriores.


Si hasta el encuentro casual con la instructora, yo no me había sentido incómodo en mi paseo por el pueblo, a partir de ese momento comencé a preguntármelo, y lo confirmé una vez caído en la trampa. Ello me autorizó a sentirme “persona non grata” en San Juan de los Yeras, porque sin que me lo dijeran, la duda y la desconfianza hacia mi persona eran componentes del “aquí no tienes nada que hacer si no estás autorizado” sobre todo, con una cámara de fotos en la mano. Me vino a la memoria la novela del escritor chileno Jorge Edwards, “Persona non Grata”, donde narra su estancia en Cuba como encargado de negocios en 1970. Al sentirme persona non grata, podía entonces sentirme objeto de un rechazo social, rechazo abanderado por la instructora, portavoz del gobierno a quien ella representa. El gobierno sigue su curso normal. Ella, deliberadamente va a crear la exclusión de un individuo en su relación social, es decir, la relación interpersonal entre la persona que visita un sitio (San Juan) y el pueblo como espacio abierto que se deja visitar. El rechazo que se manifiesta en la duda, tiene su causa en una base individual (desconocido hace fotos en el pueblo), y en la duda expresada por otro individuo (la instructora) o grupo (sus acompañantes).


Personalmente no voy a sentirme empujado al ostracismo, porque sería entrar en el juego estúpido y deliberado de quienes creen que actuando de esa manera le están haciendo un bien a la nación, y digo nación como noción de eso que llamamos nación cubana, la de todos, la de los que estemos o no allí, y que reconocemos como nuestra, porque raíces en ellas dejamos y tenemos.


Casi entrando a Santa Clara, a la altura de la loma de la Melchora, desde donde se descubre el panorama general de la ciudad de Marta, recordé el documental realizado por Oliver Stone en el 2003, también titulado como la novela de Edwards, “Persona Non Grata”, y que trata sobre los conflictos entre Israel y los palestinos. Pensé en nuestros propios conflictos, aquel que se da entre cubanos y cubanos, conflicto latente, que no vale la pena atizar, y mucho menos entre nacionales. Recientemente leía que “Cuba ya recibió el primer millón de turistas de unos 2.7 millones previstos para el 2011”, y yo me pregunto, les pasará lo mismo cuando se tropiecen a un funcionario, instructora o simple informante dubitativo? Puede un pueblo venderse “turísticamente” hablando si le pone peros y trabas a un turista cámara en mano? La instructora nunca ha sentido lo que es ser turista y tampoco conoce lo que es disfrutar de la curiosidad que puede uno sentir ante lo desconocido. San Juan de los Yeras y su entorno tiene un potencial natural y de pasado histórico y urbano que bien podría sacarlo de su letargo, y de las torpezas de personas como su instructora. La próxima vez que vaya a San Juan, no me iré sin haberme comido un pan con lechón, como el de la calle del fortín. ©cAc

2 commentaires:

  1. En este me paso con ficha porque nunca estuve en San Juan de Los Yeras. El no haber estado no es casualidad. La posición geográfica y el haber perdido la municipalidad han causado que por este pueblo no pase ni llegue nadie. Se nota en las fotos que el pueblo ha quedado en el abandono y el desconocimiento. Yo mismo que soy un entusiasta de los fortines españoles desconocía por completo la existencia de este y del antiguo cuartel.
    Lo que te sucedió, además de injusto, es vergonzoso para las personas que provocaron el incidente. Un visitante curioso tomando fotos es algo normal en cualquier parte del mundo. Lejos de alarmarlos, debería haberlos regocijado que alguien se interesara en su olvidado pueblito. Las miserias humanas son el peor legado que cualquier sociedad pueda dejar en sus habitantes.
    Celebrando el regreso al blog,
    Michael

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  2. Hola Michael. Lo de San Juan de los Yeras es verdadero fatalismo geográfico, confinamiento que no hubiera sufrido si desde su fundación se hubiera establecido un nexo directo con Santa Clara, jurisdicción a la que pertenecía, atravesando montes y pasando por el antiguo ingenio Pastora. Yo conocía muy poco del pueblo, y cuando lo intenté mira lo que me sucedió! Ganó algo quién puso en marcha el agravio? Logró atrapar a un espía que se paseaba cámara en mano? La duda les asaltó porque era diez de diciembre, día conmemorativo de los derechos humanos, y esperaban una provocación, así de simple! Eso si es verdadera paranoia! A pesar de todo, mi objetivo de insertar San Juan de los Yeras en la rúbrica “pueblos villaclareños y otros pueblos insulares” del blog quedó cumplida, malheureusement, manchada por el incidente, pero a mal tiempo, buena cara, y aunque tengo un cúmulo de cosas referentes a SC quiero darle forma a las crónicas sobre otros pueblos del territorio central. Me alegro que hayas descubierto ese minúsculo fuerte de tierra adentro y el cuartel que fuera del regimiento de Dragones. Gracias como siempre, y hasta otro comentario!, cAc.

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