El viento sopló con fuerza toda la noche. Gemía y violentaba las contraventanas. Sacudía los muros y enviaba signos de guerra por entre las hendijas imaginarias del antiguo establo. Arañas corriendo a guarecerse del vendaval, lagartos estáticos disfrutando del pánico que crea un viento huracanado en medio de un paraje elegido como refugio y reposo. El viento agita los espíritus y crea una suerte de incertidumbre mientras dura la noche. Con las primeras luces del alba, vuelve la calma, y nace un día ideal para pintarlo en la memoria. ©cAc
Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.
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*Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.*
Primero fue Conyedo[1], y luego Hurtado de Mendoza[2]. Dos hombres que
inspiraron la conducta que sigu...
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