El viajero se fatiga y necesita un oasis. Haría es un oasis verde y palmeral. El sol no enceguece y la brisa no golpea. El pueblo duerme su siesta vespertina y las calles desoladas no infunden pánico. Sombras de las que caen ya pasado el mediodía se mueven armoniosamente cubriendo los muros blancos de las casas y los comercios cerrados. Un hilo de agua corre por el barranco que atraviesa el pueblo, el hilo brilla agujereado por el sol y la tierra húmeda por las recientes lluvias deja escapar tímidos vapores. Respira el volcán y de sus venas sale el aroma de antiguas cenizas. Haría es casi nuestro. ©cAc
Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.
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*Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.*
Primero fue Conyedo[1], y luego Hurtado de Mendoza[2]. Dos hombres que
inspiraron la conducta que sigu...
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