mardi 16 février 2010

Avignon – Girona por la vía Domitia

Preparar un viaje, por sencillo que sea, tiene sus astucias. He conocido gentes que viajan sin preocupaciones, ni tan siquiera hacen previsiones. Son felices, pienso yo, y hasta los admiro. Otros, preparamos minuciosamente, lo mismo una corta escapada que un “long séjour” y siempre falta esto o aquello, entonces me pregunto cómo hacen quienes no preparan nada o casi nada… Y aunque no salimos de Roma, sino de Avignon, cerramos los ojos, y como en tiempos del vasto imperio, montamos una calesa ligera de dos ruedas, de las que llamaban “birota”. Entramos en la vía Domitia a la altura de Ugemum (Beaucaire), que es donde el camino estaba reforzado con tierra y donde aún pueden verse los hitos que marcaban la frecuencia de pasaje. Aire frío y viñedos. Farallones rocosos. Cintas de agua. Nos detuvimos en Nemausus (Nîmes), a la cual entramos por la puerta de Augusto, para cambiar las ánforas y seguir hasta Ambrusum, pasando el río Vidourle por el puente arcado de Ambroix. Siempre viñedos, y cipreses bordeando la ruta. La birota avanzaba dejando atrás Baetiris, el oppidum de Ensérune y Narbo Martius. Otra parada, esta vez en Ruscino, antes de dejar la vía Domitia que se convierte en la vía Augusta. Viñedos, barrancos y pinares. Se siente que hemos dejado el sur francés y que nos adentramos en la vieja Hispania. La vía atraviesa otros pasos y barrancos de un verde diferente. Aire menos frío pero más húmedo. Gerunda nos recibió con una fina llovizna y con todos los comercios cerrados. Día feriado, -pensamos, pero ni traza de la celebración de “mardi gras”. Nada de eso, justo llegamos cuando la gente comenzaba a desperezarse de la siesta. La birota nos dejó en la carrer Ciutadans y comenzó la odisea en dirección a las islas…©cAc

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