El viajero se fatiga y necesita un oasis. Haría es un oasis verde y palmeral. El sol no enceguece y la brisa no golpea. El pueblo duerme su siesta vespertina y las calles desoladas no infunden pánico. Sombras de las que caen ya pasado el mediodía se mueven armoniosamente cubriendo los muros blancos de las casas y los comercios cerrados. Un hilo de agua corre por el barranco que atraviesa el pueblo, el hilo brilla agujereado por el sol y la tierra húmeda por las recientes lluvias deja escapar tímidos vapores. Respira el volcán y de sus venas sale el aroma de antiguas cenizas. Haría es casi nuestro. ©cAc
Lomas, cuestas y declives (Santa Clara)
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Mientras escribía los textos de *Un barrio, una iglesia, un parque*, que
serán publicados poco a poco en el blog www.santaclarabycac.blogspot.com no
pud...
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