Dos o tres días antes de que terminara el verano del 2016, y después de haber visitado el Principado de Mónaco, decidimos ir al Mont Ventoux en plan gastronomía. El mistral estaba anunciado, pero eso no impedía disfrutar de un almuerzo en el legendario chalet Reynard. El viento tampoco impidió disfrutar del zigzagueante cañón que forma el arroyo Nesque, y nos detuvimos en los miradores para apreciar la garganta y las formaciones rocosas por donde volaban libres aves rapaces. De Monieux seguimos a Sault, y de Sault, violeta como la lavanda, alcanzamos el chalet, situado a unos seis kilómetros de la cima. El viento se extremó cuando después de haber almorzado, continuamos a la cima, pero evitamos desafiarlo y descendimos por la ruta que lleva a Malaucène. Atravesamos Carpentras, y con menos viento hicimos una balada por Orange, el antiguo principado, y ciudad donde se levanta el teatro antiguo romano, que dicen, es el mejor conservado de Europa. ©cAc-2021
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire