Andaba corriendo detrás de una nube, que dormitaba detrás de la ventana, impidiendo al sol que me mirara con esa luz discreta que se escurre entre las ramas de un álamo. Quería ofrecer un poco del amor que desbordaba en una esquina de mis recuerdos, y era tanto, que no me alcanzaba para repartir entre todos a los que me hubiera gustado cortar una porción de mi felicidad. Hice minúsculos confetis de aquel siempre imprevisto catorce, y recordé novias y amores, entregas y desamores. Pensé que era necesario recordar, porque con los años, acumulamos labios, promesas, miradas, adioses, y corriendo detrás de aquella nube me perdí, olvidé lo que quería recordar, y entregado obsesivamente a la ternura incendiaria de todos los crepúsculos que me regaló febrero, pensé en ti, en aquella, en ti, en aquellos y otra vez en ti, y fui arropándome con la luz del día que se apagaba del otro lado del promontorio, donde al ponerse el sol, las nubes danzaban vomitando eso que quise regalarte terminado febrero, el más largo de mis crepúsculos. ©cAc-2021
Frente
a este desenfreno de colores, que disfruto sentado en lo más alto de una torre
que fuera de vigilancia en tiempos remotos, voy deletreando nombres a los que
quiero acercarme para agradecer el empuje de hacerme escribir mientras
moribunda la tarde comenzaban a aletear los murciélagos, y apuré el último
sorbo de un ron isleño a la salud de olga maría mochila a la espalda, de
luisito que hace cuarenta años no veo, de marisela que vuela como una mariposa,
de figueroa adolescente construyendo edificios futuristas en la última hoja de
una libreta, de melba yo sentado a su lado viendo una obra de teatro, de abel,
fino lector de mis textos y ditirambos epistolares, de clara como el agua que
brota de una fuente con gloria de la mano, de vivian, belquis, de maría ángeles
inquieta, de juanjosé mientras cruzamos el estrecho en un avión de papel, de
julio reaparecido gracias a estas redes y de mi fiel amigo rafe disfrutando sus
inviernos nórdicos. A todos, gracias, y es para ustedes, este final de febrero,
intensamente crepuscular.
Muy hermoso todo, Carlos. Un poema de colores y palabras. Gracias por lo que me toca, pero sobre todo por haberlo compuesto y tener la generosidad de compartido.
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