Hizo una semana estival en plena primavera. Ni un soplo de brisa, ni una hoja caída. Verdes los granos del castaño, de verde esperanza asomando entre las ramas vestidas del verde oscuro propio de un marronier. El musgo envolviendo el tronco escamado del abedul manco. La hidra ahogando otros abedules y avanzando como ejército guerrillero en cada esquina del patio. Patio o jardín? Patio con alma provenzal, jardín efímero, jardín obligado a vivir según los deseos del sol, del viento y de la lluvia. Rastrilleo y barrido. Alguna que otra piedra pulida traída del Ródano no distante. Las hortensias sedientas imploran una dos tres gotas de agua. Las adelfas sonríen y las aromas despliegan todo su encanto vestidas de novia. El calor aminora. La semana corre colgada de un almanaque invisible. Desde el granero, ausculto el macizo rocoso que impide ver Salvatierra. Durante la noche, la luna envuelta de nubes hace presagiar nuevos aires. Solo Venus se muestra a los curiosos del cielo. Amanece gris, amanece rociado el jardín. Un ligero viento hace temblar las hojas del níspero parido. La amarilis rojo sangre comienza a mustiar. El viento trae frescor pero no tiene fuerzas para empujar las nubes hasta el Mediterráneo. Entre grises y blancos lechosos termina el domingo. Y recomienza el ciclo de la semana…, recomienza con el soplo de la tramontana, que trae goterones fríos hirientes y gotas largas envueltas en algodón. Viento con agua, -escucho la voz de mi madre. Y me encierro en el granero a mirar fotos viejas color sepia, blanquinegras con manchas amarillas y descubro la caja con los daguerrotipos de los bisabuelos. La tramontana se desviste de sus aires venidos de los confines, tierra adentro, más allá de los montes, -mistral negro, balbucea la sirvienta las manos enlazadas en el delantal, -va de paso hacia el mar, -concluye con certeza, y poco a poco se despeja el cielo, las nubes se van en procesión, agarradas unas a las otras, cantando a la virgen “que llueva, que llueva!” ©cAc
Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.
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*Obelisco a Juan de Conyedo y a Hurtado de Mendoza.*
Primero fue Conyedo[1], y luego Hurtado de Mendoza[2]. Dos hombres que
inspiraron la conducta que sigu...
...moi, j'en connais! amitiés, Laurent
RépondreSupprimerMerci Laurent, et bienvenu au coin de blogteurs ! Saludos, Carlos (cAc)
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