dimanche 19 septembre 2010

Salinas de Añana (Álava)


La propuesta de visitar una mina de sal en el valle Salado fue acogida con beneplácito y enrumbamos al lugar casi al final de una soleada mañana, dominguera, y que hubiera sido excelente para hacer senderismo en la región alavesa. Pero el atractivo de la sal, pudo más que el senderismo. La salina, única por su ecosistema, es de particular arquitectura, y está pegada a la misma localidad de Añana. Su historia se remonta a 1200 años, aunque el sitio hace millones de años hacía parte de un extenso mar. A simple vista y desde la carretera, la salina da la impresión de una obra en construcción, y lo que vemos no son andamios, son las plataformas sobre las que se vierte el agua salada (la muera) y que por efecto de la evaporación, se convertirá en sal. El tinglado de plataformas constituye una red de canales, todos de madera, los cuales van distribuyendo el agua hasta todos los sitios del valle. El recorrido, a la cabeza del cual tuvimos, además de la guía, conocedora del entarimado en madera y de las eras, estuvimos acompañados de un perro, que como nosotros, no salía de su sorpresa al ver aquella nieve salada pegada a los maderos y otras goteando como eternas estalactitas. Al término de la visita, pudimos disfrutar de aquella salinidad, y meter pies y manos en salmuera, en una era acondicionada para ello. No sé si sería el aire fresco asalinado o los zuritos y tapas que pedimos en un bar esperando que llegara la hora de la visita, en todo caso se nos abrió el apetito y navegamos con suerte, pues el cocinero en chef ya tenía todo previsto! ©cAc



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