Jameos del Agua en el Malpaís de la Corona

La corta estancia de la vez anterior no nos permitió seguir los pasos de Manrique en la isla. Esta vez, nos propusimos visitar todo lo que pudiéramos. No conocíamos Jameos del Agua y seguimos la recomendación de nuestro amigo José Enrique, un lugar a no faltar. Y bien que hicimos en tomar dirección Orzola y visitar el primer centro de arte y cultura creado por César Manrique. Corría 1966 cuando el sitio comenzó a funcionar y no de golpe. Las etapas se sucedieron y con la apertura del auditórium, Jameos quedó concluido. Treinta años después, nos regocijamos de la magnificencia de la obra manriqueña, unión casi perfecta del arte con la naturaleza. El sitio se compone de tres jameos, que son aberturas en el terreno compuesto por un túnel volcánico originado durante la erupción del volcán de la Corona. La presencia de un lago interior, -singular formación geológica, que tiene su origen por filtración marina, fue utilizada por el artista para darle el toque de rigor a la obra. La transparencia de las aguas de un verde-azul luminoso, permite juegos de iluminación natural y un reposo visual de excelencia. Bajamos al lago entrando por el jameo chico, y descubrimos los célebres cangrejos ciegos cuya población viste de punto la cama rocosa del lago y que sirve de símbolo a la obra. Bordeamos el lago por una pasarela que nos lleva al jameo grande. La exuberancia de los jardines complementa el entorno. El azul Caribe de la piscina y la centenaria palmera incitan al baño. Piedras, rocas, negro y blanco, madera y verde, oasis imaginativo que nos empuja a la gruta volcánica en la que fue concebida el auditórium. Cuando subimos la escalera como quien sube al cielo desde la profundidad de la tierra, el mar se hace horizonte y el verde se hace más intenso, como para aliviar el color de los volcanes agolpados en el lecho didáctico que el museo a ellos dedicado nos ofrecen. ©cAc

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