mardi 13 octobre 2009

Saint-Sauveur du Truel (San Salvador de Truel) à Roquemaure

Durante la pasada “journée du patrimoine”, al fin pusimos los pies al interior de Truel, y esto, al tercer intento. La primera vez estaba cerrada, la segunda, llegamos para asistir a un concierto en la capilla, pero había sido el día anterior. Y como dice el refrán, “ a la tercera va la vencida”, logramos nuestro propósito. Los haré entrar conmigo, porque tengo amigos lectores que siempre esperan la oportunidad de hacer camino por senderos y parajes de la “douce France”, como otros esperan seguir dándole la vuelta al parque Vidal a través de mis crónicas. Créanme que si por un lado me regocija presentar la ciudad de Marta, también me satisface mostrar aquellos lugares efímeros o anclados a mi cotidiano. Así me pasa con Truel, una antigua iglesia romana fortificada del siglo XI, que fue priorato dependiente de la abadía St André de Villeneuve lez Avignon, a raíz de una bulle pontifical de 1118, firmada por Gélase II. Truel está situada en una intersección de caminos que antiguamente llevaban de Sauveterre a Lirac, y de Roquemaure a Pujaut. Fue levantada sobre una minúscula elevación de terreno, por ciertos flancos, los olivares son numerosos, y como un muro protector, a cierta distancia, las colinas calcáreas entrelazadas a la garriga.
El propietario del lugar, muestra y explica los pormenores de la capilla cuando llegamos. Así supimos que de todas las iglesias del enclave de Tavel, es esta la que por su planta se aproxima más a Saint-André, el fuerte monasterio situado a una docena de kilómetros. Truel tiene una planta en cruz latina con crucero poco saliente y pequeños absides pastosos. El abside exterior es pentagonal, y la bóveda no es mucho más alta que el cuarto de esfera abovedado del ábside. El exámen arquitectural de la iglesia permite pensar, al no existir contrafuertes en su exterior, ni arcos al interior, que en efecto data del siglo XII. Una cornisa de cantos lisos se desplaza alrededor del edificio. Ellos descansan sobre modillones atados a la nave, sin embargo, se descorren hasta el ábside, al techo y al muro de la fachada.
De la capilla salimos y fuimos introducidos en el lujurioso patio de Truel, cuyas plantas y árboles escapan a la constancia a veces violenta del mistral, siempre de visita en la región. El paseo no les roba mucho tiempo, así que los dejo solos en Saint-Sauveur du Truel. ©cAc


©cAc

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