lundi 22 février 2010

La Graciosa desde el Mirador del Río

Cuando el reposo costero comenzó a tornarse impaciencia y el sol dejó de calentar como lo hacía a punta de mediodía, los pasos volvieron a la cinta negra que acerca a todos los sitios de la isla. Enrumbamos otra vez al norte, y tomamos una ruta desolada que nos llevó al Mirador del Río. Como otras obras de su autoría, César Manrique se propuso enlazar al hombre con la naturaleza y no escatimó imaginación, ni la ayuda de sus colaboradores (Jesús Soto y el arquitecto Eduardo Cáceres) para incorporar vidrio y vida a la estructura rocosa de un volcán dormido con los pies en el agua. La vista panorámica es impresionante y los ojos deambulan peregrinos de un sitio a otro. Estamos a 479m sobre el nivel del mar. Cerca de Ye y próximos de Haría. El farallón empinado y abrupto desciende al mar y desde su altura el mar es un país azul infinito nombrado Atlántico. La Graciosa se nos muestra iluminada y arenosa. El puerto parece inmóvil. Sus cuatro elevaciones montan la guardia y custodian la minúscula islita. La Bermeja, la Amarilla, la Montaña del Mojón, y Las Agujas, que siendo apenas grande de 300m se impone en el medio rocoarenoso. Diseminado, el archipiélago de Chinijos salta a la vista desde la altura. Abajo, abandonada, la Salina del Río. A nuestra espalda, las Peñas de Andía y una dirección conocida: Haría. ©cAc



©cAc

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire