vendredi 26 février 2010

El Castillo del Tostón (El Cotillo)


Entre dudas y vacilaciones, pusimos proa a la costa oeste de la isla, pero ésta vez, hacia el norte. Antes de entrar en La Oliva, tomamos una carretera a la derecha. Entramos en una región de contrastes y tonos. A la derecha, en el Rincón de Cuba, sobresalen las montañas de la Arena y de los Saltos. En el Malpaís de la Arena, las laderas se dejan morir en las dunas y los matorrales se componen de montículos de tabaibas. La carretera se bifurca, pero seguimos la ruta principal. Descubrimos Lajares, un pueblo envuelto en dunas, las dunas de El Jablito. A la izquierda, imponente, la Montaña Blanca. Nos aventuramos por la gran duna de arena blanca, pero respetando la pista. Descubro que andamos sobre arenas fósiles, fragilizadas por las lluvias y que terminan en suaves barrancos. Volvemos atrás y continuamos a nuestro destino. Un alcaraván levanta el vuelo asustado. Aparece a lo lejos una silueta urbana. El Roque es la antesala del Cotillo, y El Cotillo, el final de la ruta, colgado sobre la costa. Una urbanización desmesurada, pintada y coloreada sin bochorno, hostil a la costa, al acantilado. Una implantación que nos hace pensar en malas decisiones y caprichos humanos. Entonces hay que entender los caprichos de la naturaleza y su fuerza por defenderse del hombre ingrato, invasor.


El mar es menos hostil que en la playa del Valle y en el Puertito de Los Molinos. La agresividad de las olas es como una caricia tocando las rocas, las piedras esculpidas por la erosión y la arena, pobre arena, acumuladora de todos los desperdicios venidos del mar. Playa vigilada, dos banderas rojas alertan del riesgo de bañarse. Algún que otro surfeur se prepara en la orilla. Bajamos y subimos los acantilados negruzcos. Recogemos piedras. Filosofamos y nos sentamos en lo alto de una roca para mirar la perfecta línea del mar, y pensar en las pateras, que terminan su angustioso viaje allí, en las arenas y acantilados rocosos del Cotillo. Desde el castillo del Tostón, miramos el perfil tarjeta postal de la costa con su sucesión de playas, puntas, caletas y caletones. El sol se ha instalado definitivamente y comienzo a tener hambre. El Cotillo sigue creciendo inescrupulosamente. Las viejas piedras desaparecerán completamente. Mejor volver a La Oliva. ©cAc

©cAc

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